No necesitas ser un experto para disfrutar de sus múltiples beneficios. Con estas asanas, tu cuerpo empezará a transformarse en su versión más ágil, fuerte y sana.
1. TADASANA: ¡ESTABLE COMO UNA MONTAÑA!
En la práctica de yoga, Tadasana es la postura de pie básica, pues de ella surgen las demás. Nos invita a erguirnos con la majestuosidad de una montaña. Parece fácil pero mantener de forma consciente la columna erguida, el cuerpo alineado y la respiración libre puede resultar un desafío.
Sigue los siguientes pasos:
- Junta los pies y siente el contacto con el suelo.
- Mécete suavemente hacia delante hasta que encuentres un punto en el que te sientas completamente en equilibrio.
- Cierra los ojos, activa tus piernas y conduce tu atención a la columna alargándola desde la base.
- Relaja los hombros y aléjalos de las orejas aflojando los brazos a ambos lados del tronco.
- Mete la barbilla ligeramente hacia el pecho y empuja con firmeza los pies contra el suelo.
- Descansa así un poco y disfruta de la verticalidad de tu cuerpo.

2. LA PINZA: ESTIRA TU COLUMNA Y LIBÉRALA
La Pinza es una de las posturas más importantes del yoga debido a sus innumerables beneficios para el cuerpo y la mente: estira y alarga toda la columna e incita a la calma y al recogimiento.
- Siéntate en el suelo con las piernas juntas y estiradas.
- Inhala, alarga el tronco y eleva los brazos por encima de la cabeza.
- Mantén los músculos de las piernas activos y los talones presionando el suelo.
- Exhala y flexiónate desde las caderas hacia delante.
- Lleva tus manos hacia los pies o hasta donde puedas, relaja los hombros y deja que tu cabeza cuelgue.
- Mantén entre seis y diez respiraciones profundas alargando los dos costados del tronco sin curvar la espalda.
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3. ARDHA MATSYANDRASANA: VITALIZA, TONIFICA Y CALMA
Las torsiones vitalizan, tonifican y relajan la espalda y Ardha Matsyandrasana, además, activa los órganos intestinales.
- Siéntate con las piernas estiradas, flexiona la rodilla de la derecha y coloca la planta del pie por fuera del muslo izquierdo.
- Flexiona la pierna izquierda y acerca el talón al glúteo derecho.
- Coloca la mano derecha en el suelo por detrás de la espalda, eleva el brazo izquierdo y, al exhalar, lleva el codo por fuera de la rodilla derecha.
- Inhala alargando los costados del tronco y exhala girando hacia la derecha. Mantén la mirada por encima del hombro derecho.
- Mantén la postura seis respiraciones conscientes, y siente al inhalar como puedes alargar más la columna y, al exhalar, aumentar la torsión.
4. FUERTE COMO UNA TABLA
- Arrodíllate en el suelo y coloca las manos por debajo de tus hombros presionándolas con fuerza.
- Mira hacia delante y hacia abajo, activa los músculos abdominales y siente tu tronco como un bloque.
- Estira los brazos y mantén las piernas y la espalda alineadas en el mismo plano inclinado. Los talones han de permanecer elevados.
- Mantén esta postura durante cinco respiraciones.
5. EL SALTAMONTES: RESPIRA Y LLÉNATE DE ENERGÍA
No te frustres si te cuesta mantener el Saltamontes o si sientes que tus piernas y tus brazos casi no se separan del suelo. Verás que, con la práctica, irás ganando fuerza y podrás llevarlos muy arriba. Esta postura es aconsejable en momentos de fatiga.
- Tumbada boca abajo, coloca los brazos a los lados del cuerpo con los dorsos de las manos hacia el suelo. Activa los glúteos.
- Inhala y eleva el pecho y las piernas.
- Levanta los brazos estirados hacia atrás y mantenlos paralelos al suelo. Mira hacia delante y asegúrate de mantener el cuello y los hombros relajados en todo momento.
- Realiza unas cinco respiraciones profundas abriendo el pecho y ensanchando las costillas.
- Sal suavemente de la postura con una exhalación

6. RELAX Y EQUILIBRIO RENOVADOR
Esta inversión con las piernas por encima de la cabeza estira la espalda, suaviza el sistema nervioso y deja una agradable sensación de equilibrio.
- Túmbate boca arriba con las piernas estiradas y los brazos a los lados del cuerpo.
- Relaja los hombros sobre el suelo, mete el mentón hacia la barbilla y afloja el cuello.
- Flexiona las rodillas y llévalas hacia el pecho.
- Eleva las piernas inhalando hasta formar un ángulo de 90˚.
- Lentamente lleva tus piernas hacia atrás mientras tus caderas se elevan en dirección al cielo.
- Si tocas con los pies el suelo, presiona con los brazos para tener más estabilidad e intenta estirar las piernas separando las rodillas de la frente.
- Mantén la postura durante 6 u 8 respiraciones.
Fuente: CUERPO Y MENTE